El cariño
realmente es un sentimiento, resultado de una convivencia armoniosa con los
demás, cuando la otra persona está pendiente y realiza cuidados hacia esa
persona. El cariño permite exteriorizar el sentimiento de afecto que una
persona siente por otra. El cariño se expresa de muchas formas, con obras,
palabras, gestos, caricias, abrazos, miradas, etc.
Cuando te
duele la cabeza acudes al médico con el objetivo de obtener un diagnóstico y
que de la medicación adecuada en base a la enfermedad. Sin embargo, existen
muchos tipos diferentes de medicinas y algunas de ellas son humanas.
La receta del cariño es universal y extensible
a todos los tiempos. Es decir, un abrazo ha servido de consuelo tanto a un
hombre que perdió algo importante en su vida hace 100 años que en nuestros días.
La sociedad
ha evolucionado y cambiado de forma notable en los último años sin embargo el
ser humano sigue siendo el mismo en cuanto a la ley de afectividad.
El cariño es
la mejor medicina a nivel emocional
y tiene un papel decisivo en la
personalidad y en la salud psíquica de cada persona. Pero para poder recibir
amor también debemos darlo y cultivarlo.
Algunas personas tienen que liberarse
interiormente para dar el paso de mostrar cariño sin ningún tipo de problema.
En las relaciones humanas intentamos dar cariño y esperamos cariño de los
demás. El dar y esperar cariño lo hacemos más o menos inconscientemente. Muchas
veces se da afecto sin esperar nada a cambio, sin esperar una respuesta, pero
difícilmente perduran demasiado estas relaciones, ya que la falta de
afectividad va haciendo que nuestra relación se vaya debilitando, y va poco a
poco volcándose hacia otras personas que nos acogen y nos pueden dar afecto
sincero.
La
afectividad es un elemento clave en el desarrollo humano, si ésta está minusvalorada,
despreciada o simplemente poco cultivada el niño, la persona que crece o
envejece lo hará con unas carencias y desajustes muy serios. Para un desarrollo
integral de la persona necesitamos contar con el caudal de sentimientos que
cada niño, cada joven, cada adulto, cada anciano posee.
Cuando nos
dan cariño estamos psicológicamente más equilibrados, más serenos.
El sentirnos
querido por los demás, especialmente durante la infancia, nos proporciona
seguridad en nosotros mismos, nos sirve para reforzar algunos aspectos de
nuestra personalidad, aumenta indirectamente la autoestima y nos ayuda a
afrontar las dificultades de la vida, dentro de un clima de comunicación y
adaptación social. Todo esto nos ayuda a un desarrollo y maduración de la
personalidad.
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